¿Recuerdan el
juego maternal del “cuántos dedos tienes encima”? ¿o aquél otro juego
infantíl en el que debíamos adivinar las letras o las palabras que nos
escribían en la espalda?
No podíamos
verlas tan solo sentirlas, a pesar de lo cual nuestra piel, infinitamente
sensible a la presión y el movimiento, era capaz de interpretarlas y acertar.
Hace unos días hemos visto en la tele cómo, durante su visita al MWC, nuestro Monarca fue invitado a intentar falsificar una firma aceptando la propuesta de uno de los más
reputados hackers, Chema Alonso, gurú en temas de
seguridad y CEO (Director Ejecutivo) de Eleven Paths, empresa filial de
Telefónica Digital centrada en la innovación en productos de seguridad.Pero más allá de esta anécdota, en el MWC 2015 celebrado en Barcelona (Mobile World Congress) se ha presentado una propuesta en firme para un software de reconocimiento y autenticación de firmas avalado por Telefónica de un gran interés en el ámbito de la peritación caligráfica.
La idea ya había sido objeto del Proyecto Fin de Carrera de Roberto Barahona Expósito alumno de la Escuela Politécnica Superior de la Universidad Carlos III de Madrid.
Se trata de una
aplicación biométrica, es decir aquella que efectúa mediciones de
características anatómicas o psicológicas, capaz de determinar la veracidad de
la firma a través de su reconocimiento dinámico basado en un algoritmo de
Alineamiento Temporal Dinámico (Dynamic Time Warping) o DTW.
Recordemos que un
algoritmo es un conjunto de instrucciones ordenadas secuencialmente y sometidas
a una serie de condiciones previamente fijadas de modo que, dependiendo de si
estas se cumpleno o no, se obtendrá un resultado u otro.
Gracias a este
alineamiento de características presentes en el momento de capturar las firmas
a través de un sensor táctil (un móvil o una tablet) es posible la
comparación y normalización geométrica entre la muestra de entrada y un
prototipo de referencia denominado "plantilla", en este caso, la
firma autenticada y previamente almacenada en una base de datos.
En este proceso
los parámetros determinantes son rasgos de tipo conductual: el ritmo, la
aceleración y la presión ejercida pero no el grafo al tratarse de un
patrón siempre sujeto a variaciones. Ese conjunto de valores biométricos
constituyen una auténtica huella digital que dificulta extraordinariamente la
falsificación pues no se trata tanto del resultado gráfico obtenido, la firma,
si no del modo característico y único de ejecutarla que la aplicación es capaz
de monitorizar y cotejar.
El País Vasco ya
hace uso de este procedimientos en sus Consentimientos Informados, que pueden
ser aceptados mediante su firma a través de una tableta.